Muchas madres están encantadas, aunque agotadas, después del parto, y sienten un gran amor por su hijo. Pero algunas madres no sienten nada al principio.
Ahora sabemos que el amor materno, dicho sencillamente, es una reacción a las hormonas. Hay ciertas hormonas, producidas en el cerebro casi inmediatamente después del parto, la oxitocina y la prolactina, que desencadenan la lactancia y también son responsables de los sentimientos maternales. Cada mujer tiene respuestas emocionales diferentes a estas hormonas y algunas pueden descubrir que su amor por el bebé se queda a principios en un segundo plano.
El amor de una madre por su hijo también puede verse afectado por otros factores, como el parto en sí y las propias expectativas sobre el nacimiento y el bebé. No es raro que la llegada del bebé entrañe una cierta decepción. Aunque sea breve y perfectamente normal, el parto siempre es un suceso muy espectacular y cuesta seguir adelante después.
Por el contrario, si el parto ha sido difícil y largo, si se han utilizado fármacos, la madre puede estar demasiado cansada y atontada para sentir un gran amor por su hijo. Además, puede tener expectativas poco realistas acerca de su reacción ante el bebé recién nacido. Por ejemplo, puede que espere reconocerlo inmediatamente como su propia sangre, y que se parezca físicamente a ella o a su compañero; esto sucede pocas veces, y a menos que se sea consciente de ello, puede causar problemas.
Sin embargo, casi todas las mujeres ven cómo su amor crece gradualmente en las 48 o 72 horas posteriores al nacimiento del bebé, hasta que el tercer día ya sienten un amor palpable por sus hijos recién nacidos. Pero no se sorprenda si tarda dos semanas, no es tan raro.
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